Conjunto de medios que se emplean para curar o aliviar una enfermedad (RAE)
Hay que escuchar lo que suena detrás.
Desencuentros, donde el aire huele a dolor.
Un lugar que hace tiempo me sonó a castigo.
Donde a veces vuelve a estar
esa niña que incomodaba,
a la que le arrancaron de la piel los juegos.
Y se volvió un poco menos niña
Y un poco más diagnóstico.
Un poco más
cuerpo roto.
Vivir para ser arreglada,
entre ambos de colores
que se olvidaron los signos de pregunta.
Parecía armarse una batalla de conquista.
“Inhalá.”
Ahora tus piernas son mías.
“Exhalá.”
Ahora tus brazos también.
Dejó de tener el control.
La pusieron en bipedestadores, trajes y miles de férulas.
La hicieron inmovilizarse hasta para dormir.
Gritó. Arañó. Lloró. Reboleó.
Se sublevó.
La elongaron, para que sus piernas se parecieran más a aquellas.
Le inyectaron, anulandole los brazos y las piernas, el anhelo de ser igual a los otros.
La anestesiaron con lo que dictaba el sistema.
Cuando le prohibieron llorar
se empezó a reír impetuosamente.
Con el tiempo,
encontró el secreto:
El tratamiento miente.
La revelación la tenía ella y su corporalidad.
El alivió llegó cuando empezó a entender que la enfermedad no la habitaba.
Reivindicó sus pasos torcidos y se volvieron camino.
Recuperó sus tierras.
Los instrumentos extraños y molestos,
se transformaron en armas subversivas para perseguir a la hegemonía.
Se abrazó a sus terapeutas. Jugaron.
Les puso ella los signos de pregunta.
Salieron de las cuatro paredes y así las demolieron.
El tratamiento
se volvió un sinsentido,
embebido en preguntas constantes.
Y empezó a escribir un nuevo detrás
o una nueva palabra.
donde imitar un andar reglamentado, no sea sinónimo de autonomía.
Donde se haga bandera el derecho de andar de manera colectiva.
Un tratamiento a lo establecido, que suene a encuentro sediento de conspirar.